lunes, 2 de abril de 2012

Buscando piso

Hola!

Estoy de vuelta, aunque no sé durante cuanto tiempo... ya sabéis que no soy muy constante.

En la última entrada os contaba cosas sobre Florencia, si no recuerdo mal. Ese periodo ya pasó, pero me quedé en Italia: un año y pico en Florencia y 6 meses más en Roma. Acabado el contrato en Roma, volví a España durante un mes, pero ayer volví a Roma! Pasaré la primavera disfrutando della dolce vita.

Así que tuve que buscar un piso. Ya sabéis, bases de datos por internet del tipo Easystanza, Kijiji, la web de couchsurfing y otras direcciones. Escribir mails, llamar y recibir llamadas. Quedar para ver habitaciones, al menos 6 o 7, mirar que no coincidan en hora.

Cuando llega el día, te llevas un bocadillo y una botella de agua (al menos 1,5 litros). Te compras un billete de metro, uno de esos de viajes ilimitados de 1 día y, entonces, empieza la maratón. Al principio tienes muy claro qué es lo que quieres, cómo lo quieres y cuánto estás dispuesto a pagar. Claro que, en una ciudad como Roma, estos estándares bajan rápido.

Mi primera visita fue muy bien. Se trataba de una muchacha muy simpática y la habitación estaba situada en un barrio que parecía muy bueno, cerca de la piazza Buenos Aires. El problema es que no está cerca del metro: hay que coger un bus y luego el tram para llegar a una parada de metro que, además, está en el otro extremo de la linea. Demasiado lejos como para llegar puntual al trabajo por las mañanas.

Después quedé con unos estudiantes que me habían dicho que buscaban compañera de piso. Lo que yo no sabía es que también buscaban piso. Y que irían a ver algo el lunes por la mañana, cuando yo tenía ya que estar trabajando. Eso sí, eran muy simpáticos. Estuve charlando un rato con ellos y luego me fui.

Me fui a visitar un segundo piso, en Testaccio, zona muy trendy (y muy cara). De todos modos, pensaba que, aunque la habitación fuese cara, a lo mejor valía la pena vivir por una vez en un barrio de moda, bien situado, con muchas tiendas y restaurantes, gente joven y actores de la tele. Al abrir la puerta, me vino a saludar un gatito gris, muy bonito y súper cariñoso. Vi a lo lejos una gata hembra, pero a través de la mujer supe que había otros gatos en casa y en el edificio. Me gustan los gatos, pero no me gustó el hecho de que la habitación que enseñaba tuviese la puerta abierta, ya que los gatos pueden entrar y dejar pelos en la cama. Además, no se podía acceder al balcón de la habitación porque había una reja para prevenir que los gatos salieran por esa puerta (!). Tampoco me gustó que la mujer dejara bien claro que prefería la compañía de los gatos a la de las personas y que, por esa razón, no permitiera ningún tipo de visitas. En fin, me fui un rato a descansar, a comerme el bocata y a tomar el sol a la escalinata de piazza di Spagna.

La próxima casa que vi estaba en el barrio donde está el Mercato Latino, por Re di Roma. El barrio me encanta, hay muchos sitios donde hacer aperitivos, está bien comunicado, aunque un poco lejos del trabajo, tiene mercado, y el centro está relativamente cerca. Pero quien me abrió la puerta de la casa era la hija adolescente de la propietaria del piso y yo no quiero vivir con familias otra vez: una vez y basta. De todas maneras, esperé a que viniera la madre. Tengo que decir que ambas eran muy agradables. Esta mujer es budista. Me invitó a recitar con ella (lo hice por divertirme), me dio un libro y me dijo a qué sitios podía ir a recitar.

Total, esta vez tuve que correr para poder llegar a tiempo y ver otro piso: el que me he quedado. Es en la zona del ponte Marconi, que me encanta, mi habitación es grande y acogedora, tiene balcón propio, ventana con vistas al mosaico de San Paolo, los compañeros de piso son normales, bastante agradables y, en definitiva, mejor imposible!

Ese día, de vuelta a Florencia, dormí como un bebé.

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