miércoles, 16 de mayo de 2012

Orvieto

El 1 de mayo, aprovechando otra vez que no teníamos que ir a trabajar, Kathleen, Chris y yo fuimos a pasar el día a Orvieto, un pequeño pueblo en la región de Umbría, cuyo enmurallado centro histórico se halla en lo alto de una colina.

En Orvieto hay una zona de tumbas etruscas, pero es probable que el poblado existiera ya en la Edad del Bronce. No es difícil de imaginar lo bien defendida que estaba la ciudad etrusca, ya que por su situación geográfica hacía casi imposible que los enemigos llegaran sin ser vistos. Según pudimos ver en el museo arqueológico, Orvieto debía ser un gran centro comercial y con un sistema social bastante fuerte. Sin embargo, apenas hay restos de la época romana, con lo cual es de suponer que la ciudad perdió todo su estatus tras la invasión. He leído que los romanos se encarnizaron con la ciudad, y mandaron a sus habitantes a vivir bajo la colina. Sin embargo, durante la Alta Edad Media, los habitantes volvieron a la ciudad antigua, allí arriba, debido a su situación protegida y estratégica. Algo más adelante, Orvieto se alió con Florencia contra Siena, con lo que tuvo una importante protección hasta que, después de rivalidades y guerras antiguas, entró a formar parte de los Estados Pontificios. Con el tiempo fue perdiendo potencia y poder hasta hoy día, que es un destino turístico imprescindible en el centro de Italia.

Hay un funicular que sube hasta arriba, pero a nosotros no nos apetecía pagar 18 euros por cogerlo, así que subimos a pie. No hay sendero para las personas, sino que hay que pasear por la carretera. Son unos 4 kilómetros, pero no demasiado empinados. La última parte se hace a través de un sendero (a la derecha están las tumbas etruscas, siguiendo recto se coge el camino peatonal) precioso, verde, con algunos tramos con escaleras.

Lo primero que hicimos fue ir a la Trattoria del Moro Aronne, porque nos habían hablado muy bien de ella. Cuando llegamos estaba cerrada, pero vimos que había trajín en la cocina y les pedimos si podíamos hacer una reserva para las 12.30, que es cuando abren. Menos mal que la hicimos, porque el restaurante es pequeño y muy famoso, con lo cual se llenó enseguida. Y qué bueno que estaba todo! Kathleen tomó paloma en salsa al vino tinto, Chris se pidió conejo a las hierbas y yo, unas bolsas de pasta fresca rellena de queso pecorino excelentes. Lo probé todo, y estaba todo de muerte.

Nos dimos una vuelta por el pueblo. Es muy bonito, tiene un centro medieval bastante restaurado, en fin, otro pueblo-museo de los que está llena Italia. Aprovechando que era el 1 de mayo y que los museos costaban un euro, y que nos cayó un chaparrón, decidimos visitar el museo arqueológico. En él destacan las figuritas mortuorias etruscas, los espejos, las pinturas de las paredes de las tumbas y una armadura de guerrerro. Estaba muy entera, pero hay que ver cómo hemos crecido! El soldado me llegaría a la altura de los hombros como mucho.

El duomo de Orvieto es bastante impresionante. Tiene relieves en la fachada, y el resto del muro externo es a listas verdes y blancas: me recuerda al duomo de Siena, pero sin los mosaicos en el suelo. No llegamos a entrar dentro, porque el precio era de 7 u 8 euros, y nos parecía un poco caro para nuestros bolsillos. A mí me gustan mucho las iglesias, sinagogas y mezquitas por dentro, pero me niego a pagar tanto por entrar a un templo religioso.

Volvimos a bajar a pie, disfrutando de las maravillosas vistas del paisaje umbrio.

Actualizaré más adelante para poner alguna fotillo! :)

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